Evaluar y revaluar debe ser una constante, así como la necesaria flexibilidad para realizar ajustes tantas veces como sea necesario
“La enseñanza tiene que ser, ante todo, una profesión de aprendizaje; los docentes tendrán que aprender a aprender de diferentes maneras, y a reinventarse a sí mismos como especialistas avanzados del aprendizaje, con sus alumnos como aprendices” (Tripp, 2002)
Tras el anuncio que esta semana que se inicia se cancelarán los bonos vacacionales y de recreación de docentes y trabajadores de la educación pública venezolana se retoma el proceso de consulta nacional “Juntos por la Educación del Futuro”, que lidera la ministra Yelitza Santaella y en cual he sido invitado a participar, lo que agradezco. Con tal se activa el necesario proceso de construir una nueva educación para Venezuela.
Coincidimos muchos en la necesidad imperiosa de sacudir el sistema educativo acometiendo a la par el cambio necesario en la escuela y en las vetustas estructuras de la instancia ministerial.
Cierto que el éxito en la compleja tarea que se tiene por delante depende también de otros factores que van más allá de la maximización de la calidad de la escuela, los docentes, los planes de estudio, entre los cuales destacamos los económico-políticos, socioculturales y la familia.
En lo que a innovación se refiere es urgente facilitar y motivar la formación/actualización del docente; para estos urge una atractiva remuneración y beneficios por encima del promedio que se reciba en cualquier otra profesión; preparar y renovar de los planes de estudio considerando un modelo de educación por competencias; la instalación/implementación de tecnologías de punta; desarrollar la investigación en materia de educación; considerar las prioridades y necesidades económicas y sociales de Venezuela.
La innovación requiere de estabilidad del sistema político y metas y objetivos claros, así como la mayor coordinación entre los entes y los ítems en los cuales se innova para que el impacto sobre el sistema sea el mayor.
Vital entusiasmar a todos los docentes con especial énfasis en los directivos, así como a la familia de los estudiantes.
Evaluar y revaluar debe ser una constante, así como la necesaria flexibilidad para realizar ajustes tantas veces como sea necesario.
Si bien estamos llenos de diagnósticos conviene profundizar la revisión de las “mejores prácticas” a nivel internacional en cuanto a nuevas políticas educativas, nuevos currículos, programas de formación docente y de desarrollo profesional especialmente en países que como China (en Beijing, Shanghái, Jiangsu y Guangdong), Canadá, Finlandia, Hong Kong y Singapur se reputan con los mejores sistemas educativos del mundo.
En cuanto a los planes de estudios es obligante incorporar la enseñanza de un segundo idioma, preferiblemente el inglés, desde el nivel inicial y un tercero en el nivel medio que bien pudiera ser el mandarín. La falta de docentes puede y debe ser suplida por diferentes programas/plataformas/softwares disponibles ya o customizados al efecto. Asimismo, privilegiar el estudio de las matemáticas incluso desde la denominada primera infancia y seguidamente la lectura-escritura; hay que enseñar a leer y a escribir porque, aunque cueste creerlo nuestra experiencia nos permite afirmar que el fracaso y la deserción en los primeros semestres de la universidad venezolana viene dado por no saber leer y escribir a la par que una pésima base en matemáticas.
Conviene revisar la duración del nivel de educación media y en cualquier opción llevarlo a seis años, de primero a sexto año, atando este último a experiencias laborales. Al culminar se obtendría el título de bachiller con menciones especificas tales como agropecuaria, petróleo y gas, turismo, minas, informática,
servicios, salud, comercio, administración, contaduría, mercadeo, inteligencia artificial, internet de las cosas y otras más.
La educación del futuro depende fundamentalmente del docente y en su formación/actualización. Entre varios programas exitosos que considerar se tiene el de Desarrollo Profesional del Docente (DPD) en Singapur -como se sabe los estudiantes de la ciudad-estado exhiben de los mejores resultados año tras año en PISA (Programme for International Student Assessment)-.
“El DPD se centra en contenidos específicos y está conectado con la realidad del aula; es intensivo y constante; proporciona a los docentes oportunidades para el aprendizaje activo; promueve la participación colectiva entre los docentes de distintas escuelas, y sobre todo dentro de la misma escuela; y es coherente con las necesidades e intereses de los docentes y con las prioridades escolares y nacionales”. Al DPD dedican los docentes de Singapur unas 100 horas al año.
Para que Venezuela sea diferente la educación debe ser diferente y para que esto sea así no se puede esperar indefinidamente. Confiamos que “Juntos por la Educación del Futuro” sea una iniciativa que nos reúna a todos y permita avanzar sin dilación.
EO / Luis Eduardo Martínez
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