Niños y jóvenes limpian vidrios en semáforos de Mérida en busca de un sustento – En las calles de Mérida se ha vuelto común observar a niños y jóvenes apostados en las avenidas, esperando la luz roja del semáforo para iniciar su trabajo: limpiar los vidrios de los vehículos.
Con una botella de agua jabonosa y un pequeño haragán como herramientas, estos niños y jóvenes se enfrentan a largas horas de trabajo bajo el sol inclemente, con ropas gastadas y muchas veces apenas logrando reunir lo suficiente para medio comer y pagar un alquiler.
A la precariedad de su situación se suman los malos tratos que reciben de algunos conductores que se molestan ante su presencia, a pesar de que estos jóvenes, a pesar de las condiciones en que trabajan, se niegan a caer en la delincuencia y buscan una manera honesta de “ganarse la vida”.
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Su jornada comienza temprano en la mañana, a las 8:00 am, y se extiende hasta las 6:00 o 7:00 de la noche, siempre y cuando el clima lo permita. “Diariamente, se puede hacer entre 5 y 8 dólares en promedio. Hay días muy buenos, otros no tan buenos, pero que sirven para comer y comprar una harina para la casa y reunir para el alquiler”, expresan estos jóvenes que inician su faena en el semáforo de la intersección entre la calle 26 y la avenida Las Américas de Mérida cada mañana bien temprano y pasan todo el día “echándole pichón a la chamba para no desanimarse y salir adelante”.
La mayoría de ellos proviene de zonas de alta vulnerabilidad social y, debido a la difícil situación económica, se vieron obligados a abandonar sus estudios para llevar algo de pan a sus hogares y apoyar a sus familias, sin que esto les garantice estabilidad.
Deserción escolar
Un alto porcentaje de ellos abandonó sus estudios, no terminaron la primaria, mucho menos sacaron el bachillerato completo.
La calle se ha convertido en su día a día, expuestos a una gran cantidad de peligros. Algunos de los entrevistados, cuya identidad se mantiene en reserva por ser menores de edad, viven en la zona baja del municipio Libertador, conocido como Arias Cuenca, y diariamente suben y bajan por la Cuesta de las Heroínas para llegar a su punto de trabajo, ubicado en una de las intersecciones viales más transitadas de la ciudad de Mérida.
Relataron que en varias oportunidades han tenido que correr cuando llegan los cuerpos de seguridad, porque aunque no están haciendo nada malo, contaron que buscan retenerlos, a lo que ellos se rehúsan.
Su vida está en la calle, a pesar de las duras condiciones a las que deben enfrentarse, donde no existe seguridad, sufren el abandono de sus familias y de una u otra forma subsisten ante la adversidad.
Uno de ellos, con 24 años de edad, es nativo del Valle del Cauca, en Colombia. Relató que le va bien, “en la chamba hago lo necesario para no pasar hambre y dormir bajo techo”.
No pierden la esperanza de salir de su precaria situación, tener estabilidad, formar una familia y surgir dentro o fuera de su patria para vivir dignamente como cualquier persona.
Mientras tanto, los dueños de los vehículos, algunos se molestan cuando estos muchachos ofrecen su servicio de limpiavidrios en el semáforo; otros acceden a que limpien el vidrio y les dan alguna propina que puede ser en bolívares o billetes en dólares.
EO // Con información de: La Patilla.