Conocías que existe un síndrome que se llama: síndrome del corazón roto o miocardiopatía de Takotsubo, explican portales web que es afección cardíaca que se caracteriza por un debilitamiento repentino del músculo cardíaco, usualmente desencadenado por un evento estresante físico o emocional intenso

¿Realmente podemos morir de amor?-. Después de leer esta definición del síndrome, nos seguimos preguntando: ¿si realmente podemos morir de amor? y la respuesta sigue siendo sí, pero, cómo es posible esto, la ciencia médica lo explica muy bien; y es que las personas pueden morir por amor, debido al impacto físico de un gran estrés emocional en el corazón.
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Los síntomas incluyen dolor en el pecho, dificultad para respirar, palpitaciones y sudoración fría, de forma muy similar a un ataque cardíaco.
Población más afectada: A menudo, este síndrome afecta más a mujeres mayores de 50 años que han pasado la menopausia, aunque no está relacionado con malos hábitos de vida previos.
Convencidos de que esto sí es posible, tras argumentar con investigaciones previas, damos paso a reflexionar en la importancia del mundo espiritual para apaciguar este síndrome, y aunque no es fácil, nos ayudará con ciertas situaciones que pueden acontecer en nuestra vida.
Superar el dolor de, por ejemplo, un familiar fallecido es muy complicado, pero hay algunas forma de aliviar el dolor. Para los creyentes en Cristo: a través de la oración, la confianza en la consolación de Dios, la esperanza en la vida eterna y la aceptación de la realidad de la pérdida, reconociendo que el dolor es un proceso y que Dios acompaña a los que sufren.
Se anima a buscar consuelo en las promesas divinas, a no reprimir el llanto y a encontrar significado en la vida a través de la fe y la comunidad.
Aunque no es tarea fácil, creer en la esperanza de la resurrección, esa esperanza de la resurrección y el futuro encuentro con los seres queridos como un pilar fundamental. La promesa de que «Dios secará todas las lágrimas» ofrece un consuelo duradero.
En lo terrenal ...
No solamente es la presencia de Dios en nuestras vidas y en creer firmemente en sus promesas, ya somos valientes cuando crees en él aun sin verlo ni tocarlo, pues Santo Tomás, uno de sus doce apóstoles, sí necesitó tocar las heridas de Jesús para creer en su resurrección y aun así no fue aborrecido ni aislado de su presencia. Como seres humanos también puedes acudir a la ciencia, a través de especialistas que te ayudarán a canalizar ese dolor, esto no te hace menos que nadie ni mucho menos pecador.
Redacción de: Lcda. Carlenis Avendaño