Una sociedad con verdadera cultura vial no solo reduce accidentes, también construye una ciudad más segura
Más allá de la educación: urge una verdadera cultura vial-. Hablar de educación vial rápidamente lleva a pensar en la enseñanza de normas y señales de tránsito como: el rojo en el semáforo significa alto, que existe un paso peatonal, que hay límites de velocidad.
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La realidad de nuestras calles y carreteras demuestra otra cosa, es evidente que, aunque muchos conductores y peatones conocen estas reglas, no siempre las respetan.
La educación vial transmite información, Domingo Medina, inspector en el Departamento de Educación y Seguridad vial del Cuerpo de Policía del estado Monagas (Polimonagas), destaca que el área se encarga de llevar conversatorios a cada conductor que transita por la capital monaguense, recordándoles el uso de dispositivos de seguridad, la distancia que debe existir de un vehículo a otro, etc.
A pesar de esta acción surge una verdad: no basta con educación, lo que se necesita es una cultura vial que debe ser aplicada por todos.
De nada sirve saber qué hacer si no existe la conciencia del porqué hacerlo.
Respetar un semáforo en rojo no debería ser un acto de miedo a una multa, sino un compromiso con la seguridad y la vida.
En nuestra ciudad, la prisa, la falta de empatía y en casos extremos el individualismo ha convertido las carreteras en escenarios de caos.
Conductores que no ceden el paso, peatones que cruzan imprudentemente, motociclistas que ignoran las normas: todo esto refleja una cultura vial deficiente; esa que no se aprende, sino que se construye con ejemplo.
El cambio empieza desde uno mismo. Un niño que ve a sus padres detenerse en un paso peatonal crecerá entendiendo que la vida de otro merece respeto.
Al final, una sociedad con verdadera cultura vial no solo reduce accidentes, también construye una ciudad más segura. Ser constructores de una mejor sociedad, dónde se respete los derechos y deberes parte por cada uno de los ciudadanos.
EO// Redacción de: Jhon Sánchez