En un mundo obsesionado por lo material, y sobre todo por el constante ruido de la validación externa, nos hemos convencido de que estar solos es sinónimo de fracaso

La soledad no es un castigo, es un camino hacia la autenticidad-. En el silencio que nadie te dice de la soledad y lejos de la mirada de otras personas, es donde nuestra verdadera identidad puede emerger sin filtro. Este es el rincón sagrado donde se forja la fortaleza interior, donde la relación más importante la tenemos con nosotros mismos.
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Aceptar la soledad es un ejercicio de valentía. Significa enfrentarse a las propias sombras, a las inseguridades y a las preguntas sin respuesta que el constante movimiento del mundo nos ayuda a evadir. Es un espacio de encuentro con la vulnerabilidad, pero también con la capacidad de sanación.
El verdadero temor a la soledad a menudo radica en el miedo a descubrir que somos suficientes por nosotros mismos. Sin embargo, es precisamente en ese descubrimiento donde reside la verdadera libertad.
No huyas del silencio, utilízalo para quitarte las máscaras y ser tu versión más auténtica.
EO//Redacción: Jesús Rodríguez