La rivalidad, a pesar de todos los componentes negativos que puede traer, puede ser llevado desde un punto saludable que implica considerar el respeto mutuo, reconocer los logros de los demás y un enfoque en el crecimiento personal dentro de dicha rivalidad.

La rivalidad, la competencia necesaria de la vida. — Al orientar la rivalidad de manera positiva; Te puedes volver una fuerza motivadora y constructiva en tu vida y en tus relaciones con los demás.

La rivalidad puede volverse perjudicial cuando se vuelve negativa y destructiva; y cuando no hay ningún tipo de respeto por la otra parte dentro de a quien consideras como rival.

La rivalidad implica una competencia intensa y una confrontación directa entre dos o más partes. Existe un deseo de superar al otro, de obtener más victorias y logros en algún aspecto, ya sea deportivo, académico, profesional, personal y muchos más.

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De cierta forma, aquí es donde se puede caer en una confrontación negativa con la finalidad de destruir o quitarle méritos al rival con tal de solo verlo caer o verlo debajo de los logros propios.

Dentro de esta misma confrontación pueden incluirse emociones fuertes donde es que puede ocurrir, lo de una rivalidad negativa, donde las emociones negativas toman el control de uno, ya sean ira, celos, frustración, envidia, donde llegan a ocurrir tensiones fuertes por dichas emociones.

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A pesar de estas negativas, la rivalidad es necesaria en toda interacción, ya que el ser humano por medio de estas se puede superar a sí mismo, llegando a límites que antes pensaba que no podía llegar e incluso mejorarse a sí mismo por medio de positivas como: Motivación y mejora del rendimiento, desarrollo de habilidades y fortalezas, innovación y creatividad. Así como llegar a tener más reconocimientos y logros.

Si pueden llegar a tener ciertas implicaciones negativas, pero como dicen el que no arriesga no gana; Por ello la rivalidad es necesaria, ya que son de cierta forma esa pared que la vida nos pone para superarla y mejorar como personas.

EO // Redacción: José Monserrate