Perder a un abuelo es perder una parte de nuestra historia y un pilar de amor incondicional

La presencia de los abuelos en nuestra vida no tiene precio-. Desde que mi abuelo partió, he sentido un frío como el clima de aquel 22 de diciembre cuando me llevó a Caripe. Siempre se dice que los abuelos son la conexión con nuestras raíces, pero solo tras su partida comprendemos la profundidad de esa verdad.
Su pérdida me ha forzado a mirar mi propia vida a través de su sabiduría: ¿estoy siendo tan paciente, tan fuerte o tan comprensible como él lo fue? Aferrándome que esa ausencia no sea el final, sino mi motor de exigencia personal con los consejos que recibí en su momento.
La contribución más significativa de los abuelos radica en su capacidad para ofrecer un amor incondicional y una estabilidad emocional única.
En un entorno donde los padres suelen estar saturados por las presiones laborales, la figura del abuelo proporciona un refugio de calma. Este rol es crucial para el desarrollo psicológico de los nietos, quienes encuentran en ellos un espacio seguro para el diálogo y el consuelo, libre de la presión de las expectativas parentales. En esencia, la figura del abuelo opera como un valioso contrapeso emocional dentro del núcleo familiar.
EL AMOR INCONDICIONAL DE UN ABUELO POR SU NIETO(A)
Los abuelos dan amor. Lo más importante que los abuelos aportan a sus nietos es el amor. Los bebés y niños pequeños crecen a través de relaciones cercanas y afectuosas con los adultos que están presentes en sus vidas. La atención, la interacción y el amor incondicional de los abuelos (y los padres, por supuesto) ayuda a que un niño pequeño se sienta seguro y protegido.
Todos los que hemos tenido la dicha de disfrutar a nuestros abuelos podemos dar testimonio de lo valioso que ha sido o fue su presencia en nuestra vida: el cariño, el amor, la compañía, el aprendizaje y ese consejo sabio o de ayuda cuando la necesitamos; se trata de una relación cada vez más muy duradera.
EO//Redacción: Jesús Rodríguez
