La IA avanza más rápido de lo que podemos regular

La inteligencia artificial y el riesgo de perder el control – La inteligencia artificial (IA) aparece cada vez con más frecuencia en nuestras conversaciones. Es un concepto que se ha infiltrado en casi todas las áreas de nuestra vida cotidiana. Herramientas como ChatGPT se han convertido en consultores diarios; algoritmos de IA deciden qué vemos en redes sociales, organizan el tránsito urbano, hacen diagnósticos médicos, recomiendan canciones, corrigen textos, administran nuestros servicios públicos. Y, sin embargo, cuando hablamos de inteligencia artificial, ¿de qué hablamos?
Muchas veces el concepto parece tan amplio e inabarcable que no sabemos por dónde empezar. Circulan discursos apocalípticos —“la IA es el fin del mundo”— y otros desbordados de optimismo —“la IA va a solucionar todos nuestros problemas”. Y, curiosamente, muchas veces creemos en ambas cosas al mismo tiempo.
En un intento por bajar a tierra esta conversación, Infobae reunió a tres expertos argentinos que trabajan activamente con esta tecnología: Santiago Siri, emprendedor y activista enfocado en democracia digital y blockchain; Julia Pomares, politóloga con experiencia en la gobernanza de IA y exdirectora de CIPPEC; Tomás Balmaceda, doctor en Filosofía, investigador del CONICET y divulgador sobre ética y tecnología. La conversación fue moderada por el periodista Gonzalo Sánchez y forma parte de La Conversación, el nuevo ciclo audiovisual de Infobae disponible en YouTube, que cada semana propone pensar con profundidad temas clave de la agenda social, política y económica. En este episodio, la pregunta central es clara: ¿Quién controla la inteligencia artificial?
Leer también: Un país de Sudamérica se une a TikTok para prevenir suicidios
La discusión comienza con un dilema central: ¿La IA avanza más rápido de lo que podemos regular? ¿Es aún posible gobernarla? Balmaceda, con una mirada esperanzada, sostiene que sí. Cree que la humanidad puede —y debe— mantener el control sobre su desarrollo. Pero advierte que el escenario actual es complejo: “Las personas o instituciones con capacidad real de acción —y que además obtienen los beneficios— son muy pocas”, explica.
Pomares lo resume de manera clara: “La IA avanza más rápido de lo que podemos regular”. Esa sensación de estar siempre un paso atrás frente a una tecnología que no espera fue compartida por todos. Siri destacó que el desarrollo de modelos como ChatGPT requiere cantidades colosales de datos, infraestructura y recursos: “Se necesita todo internet, miles de placas gráficas y millones de dólares”. Esto concentra poder en muy pocas manos, mientras los Estados, debilitados, corren atrás.
La falta de transparencia en estos sistemas es otro punto crítico. Los propios ingenieros muchas veces no pueden explicar con exactitud qué ocurre dentro de una red neuronal. Siri y Balmaceda coinciden: “La IA no es transparente. Es opaca incluso para quienes la construyen”.
EO// con información de: El Aragüeño