El oficial nunca se imaginó que su valentía lo llevaría a salvar la vida de una familia
La historia del rescate que conmocionó a Maturín un héroe en el Caño de Juanico

La historia del rescate que conmocionó a Maturín un héroe en el Caño Juanico – Han pasado más de siete años, pero la imagen sigue viva en la memoria de quienes lo presenciaron: un vehículo sumergido en las turbias aguas del caño de Juanico y un hombre que, sin dudarlo, se lanzó al rescate. Lo que ocurrió aquel día, en el año 2017, cuya fecha está difuminada por el tiempo, pero imborrable por su impacto, revela el coraje de un policía que desafió el peligro y la indiferencia para salvar vidas.

Era una tarde. El tráfico fluía con la habitual prisa. Nuestro protagonista, Asdrúbal Díaz Jiménez, funcionario de Polimaturín, se desplazaba en motocicleta junto a un compañero. De repente, un carro perdió el control y se precipitó al caño. “¡Ayúdenme, ayúdenme!”, los gritos de auxilio rompieron la rutina. Sin pensarlo dos veces, el oficial, aun con su uniforme puesto, le entregó su arma a su compañero y se lanzó al agua.

Foto Referencial

Las aguas, oscuras y revueltas, ocultaban el vehículo por completo. “El carro no se veía”, relata Díaz Jiménez. Sumergido, logró abrir una de las puertas. Primero, emergió el chofer, pidiendo ayuda desesperadamente. Acto seguido, el policía comenzó a sacar a los niños, uno a uno, llevándolos a la orilla. El chofer, en su desesperación, solo acertaba a decir que eran “tres”, pero la realidad era mucho más grave: siete personas, incluyendo tres niños, dos jóvenes, la madre y el padre, se encontraban atrapadas.

Foto Referencial

El rescate fue un desafío monumental. La oscuridad del agua, el fango y la urgencia por cada vida. Con la ayuda del chofer, que se recuperó del shock inicial, lograron sacar a la madre, al padre y a los dos jóvenes que iban en la parte delantera. “Todos quedaron metidos dentro del carro, el único que salió fue el señor”, recuerda el oficial, destacando que, a pesar de la multitud de unas 30 o 40 personas que observaban y gritaban “¡Tírate, policía!”, nadie más se atrevió a entrar al agua.

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Una vez todos a salvo, el oficial y el chofer comenzaron a brindar los primeros auxilios hasta la llegada de los bomberos, quienes trasladaron a la familia al hospital. Las consecuencias para el rescatista no tardaron en manifestarse. El agua, contaminada, le provocó una grave infección respiratoria, requiriendo un lavado estomacal y un mes de reposo y medicamentos. Todas sus pertenencias, ahogadas, fue una pequeña pérdida comparada con la satisfacción de haber salvado vidas.

La familia, que residenciada en Tucupita y de origen español según se conoció, se recuperó por completo. La madre fue la más afectada, necesitando hospitalización por la cantidad de agua que había ingerido. Aunque el oficial mantuvo contacto por un tiempo, finalmente perdió el rastro de la familia.

Asdrúbal Días Jiménez, funcionario policial de PoliMaturín

El acto de valentía no pasó desapercibido. Recibió un honor al mérito, pero nada comparado con la satisfacción de saber que esas siete personas siguen con vida; es su mayor recompensa.

Este episodio, ocurrido hace más de ocho años en Maturín, sigue siendo un testimonio del coraje desinteresado y la capacidad humana de actuar ante la adversidad, incluso cuando el tiempo y las circunstancias intentan borrar los detalles de un verdadero acto de heroísmo.

EO// Redacción de: Nangelys Gamboa