Que esta ola de solidaridad en los Andes sirva como un recordatorio constante de que, juntos, somos capaces de superar cualquier obstáculo

La empatía en acción: El corazón solidario de Venezuela ante la adversidad andina-. En los últimos días, la región andina de Venezuela, especialmente los estados Mérida, Táchira y Trujillo, ha enfrentado una de las pruebas más difíciles de la naturaleza: intensas lluvias, desbordamiento de ríos, inundaciones y deslizamientos de tierra que han dejado a miles de familias damnificadas y comunidades enteras incomunicadas. En medio de esta desoladora situación, ha emergido una luz que brilla con más fuerza que nunca: la solidaridad y la empatía del pueblo venezolano.
Las imágenes que hemos visto, conmovedoras y esperanzadoras a la vez, son un testimonio viviente del poder de la conexión humana. En los momentos de mayor angustia, cuando el agua cubría viviendas y la desesperación era palpable, la empatía se tradujo en acciones inmediatas. Vecinos extendiendo una mano a otros, ayudando a evacuar a quienes estaban atrapados, a veces incluso a riesgo de sus propias vidas. Pero no solo entre seres humanos: la sensibilidad se extendió hasta rescatar a mascotas y animales de granja que luchaban por sobrevivir en medio de la crecida. Estas escenas de rescate y apoyo mutuo, surgidas de la necesidad más profunda, nos recuerdan que, en el fondo, somos hermanos.
Un país unido por la causa
Más allá de las zonas directamente afectadas, la respuesta del resto del país ha sido igualmente inspiradora. Desde la distancia, miles de venezolanos han activado sus propios mecanismos de ayuda, demostrando que la geografía no es una barrera para la solidaridad.
- Centros de acopio en todo el país: Rápidamente, organizaciones no gubernamentales como Cáritas Venezuela, el Dividendo Voluntario para la Comunidad, y fundaciones locales, junto con iglesias, universidades y hasta pequeños emprendimientos, habilitaron centros de acopio en diversas ciudades del país. Desde Caracas hasta Ciudad Guayana, pasando por San Fernando de Apure y San Felipe, la gente se movilizó para recolectar lo más urgente: alimentos no perecederos, agua potable, ropa y calzado en buen estado, productos de higiene personal, medicinas básicas y pañales.
- Donaciones: La respuesta fue abrumadora. Camiones repletos de ayuda partieron de diferentes puntos del territorio nacional, llevando esperanza a los damnificados. Desde pequeños paquetes entregados por individuos hasta grandes envíos coordinados por empresas, cada donativo, por pequeño que pareciera, representó un acto de amor y preocupación por el prójimo.
- Voluntariado: Detrás de cada centro de acopio y cada camión de ayuda, hay cientos de voluntarios que dedicaron su tiempo y energía a clasificar donaciones, empaquetar, cargar y descargar, y a menudo, a ofrecer una palabra de aliento a quienes llegaban a dejar su aporte. Su trabajo silencioso y desinteresado es el motor que impulsa estas cadenas de solidaridad.
Más allá de los víveres, también se coordinó el envío de insumos médicos básicos y se activaron equipos de respuesta humanitaria para brindar atención especializada en las zonas más afectadas. La Fuerza de Tarea Andes 2025, conformada por diversas instituciones, ha trabajado incansablemente en la atención de la emergencia.
La lección de los Andes
Las inundaciones en los Andes venezolanos, aunque devastadoras, nos han brindado una valiosa lección. Nos han recordado que la empatía no es un concepto abstracto, sino una fuerza viva que se manifiesta en la acción. Es la conciencia de que «hoy son ellos, mañana -Dios no lo quiera- podemos ser nosotros». Es el entendimiento de que, en la adversidad, nuestra mayor fortaleza radica en nuestra capacidad de unirnos y cuidarnos mutuamente.
Este espíritu de ayuda, que ha caracterizado la respuesta a esta emergencia, es el verdadero cimiento de un «buen ciudadano». No se trata solo de cumplir con las normas, sino de vivir con un profundo sentido de responsabilidad social, de tender la mano al que lo necesita, de sentir el dolor del otro como propio y de actuar en consecuencia.
En un país que ha enfrentado y sigue enfrentando desafíos, esta muestra de solidaridad nos reafirma que el corazón de Venezuela es grande y resiliente. Que la empatía, cuando se pone en práctica, tiene el poder de sanar, reconstruir y, sobre todo, de recordarnos que somos parte de algo mucho más grande que nosotros mismos: una gran familia que se levanta unida ante cualquier tempestad.
Que esta ola de solidaridad en los Andes sirva como un recordatorio constante de que, juntos, somos capaces de superar cualquier obstáculo.
EO // Redacción de Luis Molino