Mordía lápices labiales, bases líquidas y sombras para ojos, como si fueran golosinas

Influencer taiwanesa que comía maquillaje muere de manera misteriosa-. Guava Shuishui ganó fama en redes sociales por una propuesta extrema: probar productos cosméticos como si fueran comestibles. Su personaje satírico mezcló humor, belleza y riesgo, y logró millones de visualizaciones en plataformas como Douyin, la versión china de TikTok. El público no solo se sorprendió, también celebró su audacia.
Sin embargo, el juego no duró para siempre. Guava Beauty falleció con apenas 24 años en Taiwán el pasado 3 de junio, según reportó The Independent e ETtoday. La noticia conmocionó a sus seguidores.
La encontró sin vida un familiar directo en su casa de Taichung, Taiwán. Las primeras versiones indican que falleció por causas relacionadas con su estado de salud mental y físico, aunque no se detalló públicamente la razón exacta.
El caso reabre el debate sobre los límites del contenido viral. ¿Hasta dónde se puede llegar por clics? ¿Qué responsabilidad tienen las plataformas? ¿Y los seguidores? El fenómeno de Guava Shuishui no fue una anécdota aislada, sino un síntoma de la competencia feroz por atención en el universo digital.
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Los influencers no solo generan contenido. También enfrentan presiones invisibles: mantener la atención, innovar constantemente, monetizar audiencias. Esta dinámica empuja a muchos hacia prácticas riesgosas, físicas o psicológicas. Guava Shuishui se convirtió en símbolo de ese desgaste.
The Informador destacó que ella misma reconocía en sus transmisiones que vivía estresada y con ansiedad. A pesar de la fama, sus publicaciones cada vez se tornaban más erráticas. Detrás del personaje había una persona que luchaba por sostener una identidad atractiva para el algoritmo.
No es el primer caso. Otros influencers han sufrido consecuencias graves al llevar al extremo sus contenidos. La muerte de Shuishui reaviva discusiones éticas y médicas sobre la salud mental en el entorno digital, un espacio sin pausas y con reglas implacables.
El legado de Guava Shuishui deja una lección incómoda sobre la lógica de las redes. Lo que comienza como un juego puede terminar con consecuencias reales. La fama digital no protege de la fragilidad humana. Y la audiencia, muchas veces sin saberlo, forma parte del espectáculo.
EO/// Con información recopilada de: Clarín