Lo especial de “Gam Ze Ya’avor” es que nos recuerda lo efímera que pueden ser nuestras victorias o derrotas, nuestros estados de ánimo y, por supuesto, nuestro devenir en este plano terrenal
Gam Ze Ya’avor “También esto pasará”

Gam Ze Ya’avor “También esto pasará” –. Esta frase de la mitología judía se atribuye a un relato del Rey Salomón, el más sabio de los reyes de Israel, que poseía un anillo con una doble inscripción. En el frente decía “esto pasará” y en su reverso estaba escrito “esto también pasará”. De acuerdo a una de las versiones, el anillo se lo habría entregado su madre Betsabé. Aun cuando otra versión nos muestra que fue hallado por su ministro estrella Benaiah Ben Yehoyada, a petición del afamado Rey.

También fue utilizada esta frase por personajes como Lord Edward FitzGerald, quien fue un aristócrata irlandés del siglo XVIII. Por Abraham Lincoln, quien fue el décimo sexto presidente norteamericano entre 1861 y 1865, año en el que un aciago 15 de abril fue asesinado.

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Vemos cómo tanto en la historia universal como en nuestra actualidad hay personajes que se creen invencibles, todopoderosos y prepotentes. No solo esa condición pasará, sino que la historia los pondrá en el lugar que les corresponde por su ejecutoria de vida.

“Gam Ze Ya’avor” nos recuerda que todo en la vida pasará y, por tanto, la importancia de nuestro accionar diario tanto con nuestros “congéneres” como con “El Creador”. Es una doble vía que está inmersa en los diez mandamientos que le fueron entregados a Moisés en el Monte Sinaí.

Tenemos como seres humanos derechos inalienables por esa condición: primero, a la inviolabilidad de la vida como valor supremo. A nuestra libertad para poder expresar nuestro pensamiento sin que el mismo sea coartado por la autoridad del momento; desarrollar nuestra fe. Poder ejercer nuestra personalidad y capacidad productiva en beneficio de nuestra familia y la sociedad.

Todas estas libertades estarían enmarcadas en el respeto irrestricto al otro, creando una sinergia vigorosa y constructiva que favorecería a todos por igual, alejada de las hegemonías y de las ideologías radicalizadas donde el pensamiento crítico es un delito; de las religiones que buscan convertir al resto o declararlos como personas con una capacidad humana disminuida.

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En fin, nuestras alegrías o tristezas no serán definitivas; serán transitorias y dependerá de cada uno de nosotros tener la capacidad de sopesar cada momento. Dándole la dimensión real de su significado en el tiempo. Disfrutar de las victorias y alegrías aun cuando sabemos que son temporales y saber que nuestras tristezas y momentos de dolor por las diferentes circunstancias de la vida “también pasarán”.

Lo importante es que cuando “El Creador” nos llame a su reino, estemos satisfechos con lo que cosechamos en este jardín. Que aun cuando nos parezca muchas veces un campo de batalla, este campo siempre estará dispuesto y presto para recibir de ti la mejor semilla y que tanto tus herederos como toda la sociedad puedan recoger la mejor cosecha.

EO// Por Miguel Truzman