Es biología: cada centímetro cuadrado de tu piel emite unos pocos fotones por segundo como subproducto de tu metabolismo celular
Estudio demuestra que emitimos brillo que se apaga al morir

Estudio demuestra que emitimos brillo que se apaga al morir-. En este preciso momento estás brillando. No es una metáfora ni una afirmación espiritual, sino una realidad científica: todos los seres vivos, incluidos los humanos, emitimos un tenue resplandor. Se trata de un flujo de fotones de baja energía, imperceptible a simple vista, pero que existe y, curiosamente, cesa por completo cuando la vida se extingue.

Investigadores de la Universidad de Calgary y el Consejo Nacional de Investigación de Canadá han logrado captar este fenómeno en un extraordinario experimento con ratones y plantas, demostrando de manera concluyente la existencia de la «emisión ultradébil de fotones» (UPE, por sus siglas en inglés) y su relación directa con la vida.

Para poner en perspectiva lo sutil que es este resplandor, según un estudio anterior realizado en 2009, la luz que emite el cuerpo humano es mil veces más débil que lo que pueden detectar nuestros ojos. Curiosamente, nuestro rostro es la parte que más brilla, y la intensidad varía según nuestros ritmos circadianos.

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Ahora, el físico Vahid Salari y el científico Dan Oblak, de la Universidad de Calgary, y sus equipos han llevado a cabo un revolucionario experimento con cámaras digitales capaces de contar fotones por fotones mediante sensores EMCCD, con una eficiencia cuántica superior al 90 por ciento, según explica el nuevo estudio publicado en The Journal of Physical Chemistry Letters.

Según explican en un estudio reciente en Journal of Physical Chemistry Letters, sus experimentos revelan un contraste sorprendente entre los patrones de emisión fotónica de ratones vivos y muertos. Los resultados no dejan lugar a dudas: cuando cesan las funciones vitales, se apaga también esta misteriosa luz interior

Esta emisión luminosa proviene de los llamados biofotones, partículas de luz generadas espontáneamente por las células, principalmente como subproducto del metabolismo mitocondrial. Aunque su intensidad oscila entre apenas 10 y 1.000 fotones por centímetro cuadrado por segundo —lo que los hace invisibles al ojo humano—, su presencia ha sido registrada en todos los organismos vivos estudiados hasta la fecha.

Los investigadores se cuidaron de mantener condiciones constantes de temperatura y luminosidad para evitar interferencias, y fue así como captaron el momento exacto en que la emisión cesa, coincidiendo con la muerte biológica.

EO/// Con información recopilada de la web