Es fácil caer en la trampa de medir la valía de un hijo por la cantidad de dinero que puede dar a sus padres. Sin embargo, esta perspectiva reduce la complejidad de las relaciones familiares a una simple transacción económica, ignorando dimensiones cruciales del cuidado y el afecto
El hijo que más ayuda a sus padres no es el que más dinero le pueda dar-. Quizás toda tu vida te han hecho creer que el hijo por obligación tiene que ayudar económicamente a sus padres como una manera de retribuir todo lo que han hecho por ti a lo largo de nuestra crianza, y este tema genera mucha controversia a la hora de llevarlo a la palestra, pues una gran masa no opina igual.
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¿Realmente esto es importante?, medirse entre hermanos por quién da más es quien más quiere, es una perspectiva herrada, el dinero no llenará el vacío de una ausencia, las ganas de escuchar de nuestros hijos: mamá como estás, mamá iré hoy para comer juntos, mamá te amo tanto.
El «mejor hijo” no es necesariamente el más rico, sino el que está presente de manera activa y comprometida en la vida de sus padres. La ayuda material es, sin duda, importante, especialmente si los padres tienen necesidades económicas o de salud, y en muchos lugares existe incluso una obligación legal de asistencia. Pero la asistencia va más allá de lo monetario.
Ser un buen hijo es tener en nuestros corazones un inmenso sentimiento de gratitud, es recordar cada día que nuestros padres no son eternos, y que el tiempo pasa muy rápido, que la forma en que lo trates será la misma forma en la que tus hijos te tratarán a ti.
Definitivamente, el dinero no mide el valor de un hijo …
EO// Redacción de: Lcda. Carlenis Avendaño