La llegada de Sora 2, una red social lanzada el pasado 30 de septiembre impulsada por OpenAI, no ha sido solo una noticia tecnológica; ha sido un auténtico estruendo que ha sacudido a muchas personas de cómo entendemos la imagen en movimiento
El Espejo Mágico de OpenAI que distorsiona la realidad-. Esta herramienta, con su habilidad de realizar videos hiperrealistas con solo una instrucción de texto (promt), no es un simple software, es un espejo mágico que nos devuelve el reflejo de nuestro inmenso potencial creativo, pero también nos confronta con el oscuro riesgo para la verdad y para incontables puestos de trabajo.
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Cualquier persona con una idea y la capacidad de escribir un buen prompt podrá generar escenas que, hasta hace poco, habría costado mucho dinero en equipos, locaciones y un ejército de profesionales.
El inmenso poder de Sora 2 es, sin embargo, su mayor amenaza. La facilidad con la que crea mundos de ensueño es idéntica a la facilidad con la que puede destrozar la confianza en lo que vemos.
Asimismo, el hiperrealismo es tan impecable que hace casi imposible distinguir un video real de uno generado artificialmente. El resultado: una proliferación de deepfakes (videos o audios falsos generados con inteligencia artificial).
Imaginemos las consecuencias: videos falsos de políticos haciendo declaraciones que perjudiquen su carrera.
La desinformación ya no será un texto mal escrito o una foto manipulada; será un video de entre 8 y 12 segundos que parece sacado de un noticiero. Y, peor aún, el uso malicioso para dañar reputaciones o extorsionar a personas con contenido sin su consentimiento.
Necesitamos aprender a dudar, a cuestionar la fuente y a no creer todo lo que se presente en las redes sociales, por más real que parezca.
El futuro será fascinante, sin duda, siempre y cuando logremos que la facilidad de la creación de deepfakes no termine por destruir la confianza y la verdad.
EO// Redacción de: Víctor Rojas