El ataúd nuclear que EE.UU. le ‘regaló’ a una isla alberga enormes desechos radiactivos y presenta fugas

Las dos opciones principales eran verter los desechos al océano o confinarlos en los cráteres dejados por las pruebas nucleares
El ataúd nuclear que EE.UU. le ‘regaló’ a una isla alberga enormes desechos radiactivos y presenta fugas

El ataúd nuclear que EE.UU. le ‘regaló’ a una isla alberga enormes desechos radiactivos y presenta fugas –. Entre 1946 y 1958, el Gobierno de EE.UU. llevó a cabo 67 ensayos nucleares en las Islas Marshall, que arrasaron porciones de tierra completas. Excavaron enormes cráteres en las lagunas poco profundas y obligaron al desplazamiento forzoso de cientos de habitantes.

En la isla Runit, dentro del atolón de Enewetak, se encuentra el recordatorio más representativo del infame legado del programa nuclear estadounidense durante la Guerra Fría. Se trata del Domo Runit, una enorme cúpula de hormigón que cubre el cráter originado por las detonaciones de las bombas nucleares que se probaron allí. Algunas con una potencia mil veces superior a las que destruyeron las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki.

A comienzos de 1973, las autoridades estadounidenses iniciaron una serie de estudios para definir cómo llevar a cabo la limpieza en el atolón Enewetak. Las dos opciones principales eran verter los desechos al océano o confinarlos en los cráteres dejados por las pruebas nucleares, cubriéndolos después con tierra y hormigón.

Leer también: Rusia y China firman memorando para construir el gasoducto Fuerza de Siberia-2

Aunque el vertido al mar se consideraba la alternativa más sencilla, la Agencia de Protección Ambiental de EE.UU. advirtió que probablemente no se autorizaría, pues la obtención de un permiso podría prolongarse durante años sin certeza de aprobación. Las tareas preliminares de limpieza arrancaron el 14 de marzo de 1977.

Poco después, en junio de ese mismo año, algunos contratistas alertaron sobre los riesgos del plan de sellar los cráteres con una cúpula de hormigón. Señalando que el material radiactivo seguiría en contacto con el medioambiente, debido a las conexiones directas entre el cráter y el agua del océano.

Pese a que sus objeciones estaban fundamentadas, y a que existían métodos potencialmente más seguros, ya era demasiado tarde para replantear la estrategia. Washington tomó la decisión de que los escombros serían enterrados, iniciando así la construcción del denominado ‘ataúd’ nuclear. El proyecto de limpieza de Enewetak se llevó a cabo entre julio de 1977 y septiembre de 1979.

EO// con información de: RT