La rivalidad debe ser un motor para mejorar, para dar lo mejor de sí mismo, para vivir emociones intensas
Disfruta del fútbol sin dejar de ser fiel a tus colores – El fútbol, más allá de ser un simple deporte, se erige como una pasión que une a millones de personas en todo el mundo. Esta pasión, muchas veces desbordante, se manifiesta de diversas formas, una de las más intensas es el amor incondicional hacia la selección nacional. Este sentimiento, arraigado en la identidad y la cultura, se ve potenciado cuando se enfrenta a un rival, especialmente cuando se juega de local.
El amor por la selección nacional trasciende los resultados deportivos. Es un sentimiento que se construye a lo largo de los años, a través de victorias y derrotas, de momentos de gloria y de decepciones. Es un lazo emocional que une a los aficionados con los jugadores, con el cuerpo técnico y, en última instancia, con el país.
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La afición local siente la necesidad de demostrar su superioridad, de hacer sentir a los visitantes incómodos. Sin embargo, la rivalidad debe ser sana, basada en el respeto mutuo. La violencia, el odio y la xenofobia no tienen cabida en el deporte.
Si eres un ferviente seguidor de la selección de fútbol de tu país y tu jugador favorito a nivel mundial juega para el equipo rival, es importante que trates de separar al jugador de la camiseta que lleva. Puedes admirar su talento y sus habilidades sin dejar de apoyar a tu equipo. Recuerda que el fútbol es un juego y que los jugadores, a pesar de su rivalidad en el campo, pueden ser amigos fuera de él.
Recuerda que, más allá del resultado, disfruta del partido.
EO/// Redacción: Nangelys Gamboa