La maternidad abarca mucho, por ende exige mucho de las mujeres.
Cuidar de una misma para poder cuidar de los demás

Cuidar de uno mismo para poder cuidar de los demás -. Cuando los hijos llegan, nos volcamos a velar por ellos, incluso cuando ya son adultos. Porque si algo tiene la maternidad es que comienza con ese positivo en la prueba e incluso antes cuando los deseos por engendrar nos embargan, pero sin duda es un rol que nunca tiene final.

Los hijo pasan a ser nuestro centro y nuestro norte. Planificamos su día a día, cuidamos su alimentación preparando sus alimentos con esmero, resguardamos su seguridad, procuramos su bienestar, aseo y educación, sanamos sus heridas y velamos por ellos en la enfermedad.

Es así. Abarcamos mucho, cocinera, maestras, enfermera, señora de limpieza, madre, guardaespaldas, amigas, e incluso a veces, cuando toca, enemigas.

Para nosotras el día comienza más temprano y termina más tarde, y sin lugar a dudas a veces pareciera que nunca termina. Justo en esos días en que incluso acostada tu mente sigue trabajando, en cosas tan simples como que cocinaras mañana, o tan difíciles como lo son explicarle a tu hijo ciertos temas difíciles de tocar.

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La buena maternidad es gratificante, pero seamos claras, la maternidad cansa y a veces duele. Duele física y mentalmente, hasta el punto de quebrantar incluso el alma.

Y así empezamos el declive, dando todo de nosotras, amando, cuidando, velando por la descendencia hasta agotar nuestra energía. En algún momento dejamos de ser la mujer, por ser solo mamá.

No nos damos cuenta en qué momento dejamos de lado nuestro autocuidado, nuestro amor propio, que ha sido volcado por completo a la crianza de los hijos.

Nos cuesta fijarnos, el momento justo en que nos olvidamos de quién éramos y que queríamos. La química de nuestro cerebro maternizado solo puede pensar en las necesidades de los vástagos. Es ahí, cuando debemos recordar que no podemos brindar bienestar, si no estamos bien.

Es imperativo, tomarnos un respiro, dejar de saltarnos comidas y darle vueltas a los pensamientos nocturnos, recobrar nuestra femineidad, dedicarnos tiempo de calidad, ir al médico, leer un libro, ver una película, amarnos a nosotras mismas.

Justo y necesario es, que las madres tengamos siempre presente la importancia de cuidar de una misma para poder cuidar de los demás.

EO // Redacción de Lennys Fernández