Un estudio epidemiológico ha publicado la evidencia más convincente hasta ahora sobre la relación entre este disolvente químico y la enfermedad
Cuidado con los productos de limpieza que usas en casa. Un estudio de laboratorio y epidemiológico pionero ha producido la evidencia más sólida hasta la fecha de que la exposición a sustancias químicas presentes en productos de limpieza común pueden desempeñar un papel clave en el desarrollo de trastornos neurológicos como la esclerosis múltiple y el trastorno del espectro autista.
La esclerosis múltiple afecta a más de 55.000 personas en España y que se diagnostica principalmente en mujeres. Es autoinmune, crónica y degenerativa, lo que significa que no tiene cura y que puede empeorar con el tiempo. Además, cada vez afecta a un mayor número de personas, según la Sociedad Española de Neurología.
Por otro lado, el número de personas con trastorno del espectro autista (TEA) no para de crecer en nuestro país. Se estima que hay unos 450.000 diagnosticados. En todo el mundo, hay un caso por cada cien nacimientos. El TEA afecta a la comunicación y a la interacción social. Se caracteriza por patrones de comportamiento restringidos y repetitivos.
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La nueva investigación advierte de que dos compuestos presentes en desinfectantes y productos de limpieza o baño podrían estar vinculados a ambas enfermedades neurológicas. El trabajo se publicó el lunes, en la revista científica Nature Neuroscience, uno de los mejores escaparates para la neurociencia a nivel internacional.
Los hallazgos revelan que los desinfectantes y los conocidos como retardantes de llama impactan negativamente en el desarrollo de oligodendrocitos. Y estas células cerebrales son cruciales para el funcionamiento adecuado del sistema nervioso. Los resultados del estudio, obtenidos tanto en experimentos de laboratorio como en análisis de datos epidemiológicos, sugieren una asociación entre la exposición a estos compuestos y problemas de salud del cerebro en niños y niñas.
Productos de limpieza muy conocidos, señalados
Para probar sus resultados, los investigadores examinaron más de 1.800 productos químicos domésticos comunes que, según ellos, carecían de investigación sobre su posible relación con la salud cerebral. Descubrieron dos que pueden tener un efecto negativo sobre la salud cerebral: los compuestos de amonio cuaternario (también llamados «quats» o QAC) y los retardantes de llama organofosforados.
¿Dónde se encuentran estos posibles neurotóxicos? Por un lado, los quats están presentes en desinfectantes domésticos como algunos productos de Lysol, Clorox y Downy. También en jabones corporales, suavizantes, champús, protectores solares, toallitas para bebés y cremas de afeitar.
Los retardantes de llama organofosforados se agregan a materiales fabricados como plásticos y textiles, así como acabados de superficies y revestimientos como protección contra el fuego. Se encuentran en aparatos electrónicos, materiales de construcción y muebles a través de espumas y plásticos ignífugos, según el programa de defensa del medio ambiente Green Science Policy Institute.
El estudio explica que los compuestos cuaternios provocan la muerte de los oligodendrocitos, mientras que los retardantes de llama organofosforados impiden su maduración. Esto significaría haber descubierto «un factor de riesgo de enfermedad neurológica no reconocido hasta ahora», revela Paul Tesar, autor del estudio y director de la Facultad de Medicina de la Universidad Case Western Reserve.
«La pérdida de oligodendrocitos es una característica común en diversas enfermedades neurológicas y que la exposición a estos químicos podría representar un factor de riesgo previamente subestimado», explica Tesar. «Esperamos que nuestro trabajo contribuya a tomar decisiones informadas sobre medidas reguladoras o intervenciones conductuales para minimizar la exposición a sustancias químicas y proteger la salud humana», afirma.
¿Qué dicen las marcas afectadas?
La revista Forbes se ha puesto en contacto con Brian Sansoni, vicepresidente senior de Comunicaciones, Divulgación y Afiliación del Instituto Americano de Limpieza (ACI). El ACI representa a los principales fabricantes de productos de limpieza, incluidos Clorox Company, Procter & Gamble (empresa matriz de Downy) y Reckitt (empresa matriz de Lysol) para recabar sus comentarios.
«Existen rigurosas pruebas de seguridad para la salud humana que son evaluadas por la Agencia de Protección Medioambiental de EE UU para su aprobación y cumplimiento de todas las directrices normativas», declara Sansoni. En Europa, también tienen que sujetarse a reglamentos de la UE. «Los fabricantes de las empresas miembros del ACI hacen de la seguridad de los productos una prioridad absoluta».
Se sabe que los cuats son eficaces para eliminar bacterias, gérmenes, virus y moho. «El uso de productos de limpieza, desinfectantes y su composición química contribuye a la salud pública en hogares, escuelas, centros sanitarios y comunidades todos los días», afirma la ACI.
Antecedentes de alteraciones cerebrales
Pero estos productos de limpieza y otros no son los primeros que llaman la atención por su relación con problemas para la salud. Ya se dejaron de utilizar otros retardantes de llama debido a la preocupación que suscitaba su toxicidad, por lo que más empresas empezaron a utilizar retardantes de llama organofosforados en su lugar.
Sin embargo, la investigación acumulada sugiere que estos retardantes de llama pueden no ser una alternativa viable. Ya en 2022, un estudio afirmó que las ratas recién nacidas expuestas a retardantes de llama organofosforados en el útero presentaban alteraciones en el desarrollo del cerebro.
En cuanto a los cuats, antiguos trabajos también han establecido conexiones entre su exposición y efectos adversos en la salud de los animales. La Asociación Americana de Osteopatía analizó las consecuencias en ratones y descubrió que reducen el recuento de espermatozoides en los machos y que las hembras ovulan menos y tienen menos implantaciones. Otro trabajo relacionó estas sustancias con defectos de nacimiento en ratones.
Dada la complejidad de los efectos de los productos químicos en la salud del cerebro, se necesitan estudios adicionales para comprender mejor los mecanismos subyacentes y las implicaciones a largo plazo. Estudios longitudinales que sigan a poblaciones expuestas en el tiempo serían esenciales para determinar la relación causal entre la exposición a estos compuestos y el desarrollo de enfermedades neurológicas.
Aunque este estudio arroja luz sobre un posible vínculo entre productos de limpieza comunes y enfermedades neurológicas, es solo el primer paso en un campo de investigación en evolución. Se necesita un esfuerzo continuo y colaborativo entre científicos, formuladores de políticas y la comunidad en general para abordar estos desafíos y proteger la salud del cerebro de manera efectiva.