Ser humilde no se trata de que consista en centrarse en los demás y no en uno mismo

La humildad como valor fundamental en nuestra sociedad -. Nuestro egocentrismo natural es fuente de dos tipos de distorsión, interfiere con nuestra capacidad de percibir e interpretar con precisión la realidad objetiva, el mundo tal y como es; e interfiere en nuestra capacidad de apreciar el valor ético de los demás.
Hablando de egocentrismo, es difícil ser abierto de mente, por ejemplo: cuando las ideas que se presentan amenazan entran en conflicto con las propias, dando a entender que uno se ha equivocado. Es difícil ser compasivo, generoso o valiente cuando tu percepción está distorsionada; cuando tus propias creencias y necesidades pesan más que las de los demás.
Ser humilde no se trata de que consista en centrarse en los demás y no en uno mismo. Tampoco se trata de dar un paso atrás en tus valores o creencias.

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Pema Chödrön, en su libro ‘Los lugares que te asustan’ explica que, “la compasión no es una relación entre sanador y herido. Es una relación entre iguales. Solo cuando conocemos bien nuestra oscuridad podemos estar presentes en la oscuridad de los demás«.

Se trata de la base de nuestra capacidad para prosperar, tanto como individuos como juntos en la sociedad humana. Se trata de un valor, sin dudas, al que yo elijo como fundamental. Y un valor es una creencia y una creencia no es otra cosa que un juicio al que tomamos como verdad.
La humildad es el reconocimiento de que nuestras aptitudes y talentos son dones de Dios; no es señal de debilidad, de timidez ni de temor, sino una indicación de que sabemos de dónde proviene nuestra verdadera fortaleza.

EO//Redacción: Jesús Rodríguez
