Reconocer y aceptar la envidia como una emoción natural, sin juzgarse, es el primer paso para disminuir sus fuerzas y mantener un corazón y mente saludable

El poder de la envidia en nuestras vidas: quítale las fuerzas-. Todos sabemos que la envidia es un sentimiento de malestar o tristeza que surge cuando una persona percibe que otra posee algo que ella desea o considera valioso, ya sea un bien material, una cualidad personal o un logro, y que sin duda tiene un poder negativo tan grande que impacta en nuestras vidas, psicológicamente y emocionalmente.
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Sin duda, este sentimiento, todo ser humano, por más que no quisiera, lo ha sentido algunga vez, a veces dicen que “de manera positiva”, pero, ¿qué crees?, esto no existe, es como cuando dices; es “una crítica constructiva o destructiva”, al final es una crítica.
La envidia nos hace pensar en situaciones que para nosotros merecemos y la otra persona quizás no, y aunque no lo veamos va encerrado en este sentimiento, sin embargo, en la mayoría de las personas que lo experimentan, lo máximo que pueden hacer es pensarlo y desecharlo, pero, no es así cuando se encuentra con personas que se dejan envolver por esta emoción llegando a cometer actos perjudiciales en contra de otros.
Para nadie es un secreto lo que este sentimiento puede provocar en el corazón y mente de las personas, no olvidemos, por ejemplo; según el relato bíblico del Génesis, Caín mató a su hermano Abel por envidia.
La envidia surgió porque Dios aceptó la ofrenda de Abel, pero no la de Caín. Este acto de Caín es considerado el primer asesinato en la Biblia y marca el inicio de las consecuencias del pecado en la humanidad.
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Algunas veces, cuando te preguntan: si eres envidioso, dices que no, y no es así, todos algunas veces lo hemos sido; la envidia es un deseo de lo ajeno, un sentimiento de injusticia: se percibe como injusto que el otro tenga lo que uno desea.
Si hasta aquí no te has identificado, felicito tu capacidad de canalizar esta emoción tan imponente en nuestro ser y a quienes no, exhortamos practicar la gratitud, fortalecer la autoestima y centrarse en el propio crecimiento personal. Reconocer y aceptar la envidia como una emoción natural, sin juzgarse, es el primer paso para todo esto.
EO// Redacción de: Carlenis Avendaño