Para erradicar la discriminación debemos formarnos como seres humanos y reconocer que todos tenemos derechos a una vida justa y equitativa
Todos somos iguales, no importa el status social ni el color de piel

Todos somos iguales, no importa el status social ni el color de piel-. A pesar de que estamos en el siglo XX, el poder de la discriminación de raza o el status social que integras aún se ve reflejado en la sociedad, es una lucha constante entre la parcialidad total de este tema.

Si bien sabemos, la igualdad es una preocupación que, implícita o explícitamente, ha estado y continúa estando en el centro de las luchas sociales. Los debates sobre el tema se han preguntado si lo central es la igualdad de oportunidades o de resultados. Estos debates no son solo teóricos; tienen consecuencias directas para las luchas y las demandas sociales en distintos niveles y en diferentes lugares alrededor del mundo.

Las clases sociales siempre se han visto de manera separada, por una parte, esto forma desigualdad entre la población y genera obstáculos, limitaciones, o dificultades de inclusión social.

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Son barreras que impiden la participación plena de individuos o grupos en la sociedad, a menudo debido a diferencias en clase social, raza, género, discapacidad u otros factores.

Hoy en día la desigualdad entre el ser humano sigue tomando fuerzas, muchos nos acostumbramos a discriminar a las personas, así sea por su color de piel o su situación económica, afectando sicológicamente a la persona que es discriminada.

La aceptación por querer encajar en un mundo donde no se sienten identificados, se refleja mucho en los jóvenes de esta generación, copiando la personalidad de otras personas para formar parte de ellos, bajando su autoestima por no cumplir los estereotipos de la sociedad moderna.

Cada ser humano viene con un objetivo y ser diferente no implica necesariamente ser desigual. Ante los ojos de Dios todos somos iguales. Gálatas 3:28 dice: «Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer, porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús».

EO/// Redacción de: Heidi Campos