El cerebro, aunque solo representa el 2% de nuestro peso corporal, es un devorador insaciable de energía, consumiendo hasta el 20% de las calorías que ingerimos

La mala alimentación podría afectar la función cognitiva del cerebro .- Esta voracidad energética subraya la profunda conexión entre nuestra dieta y la salud cerebral, su rendimiento y longevidad.
Lo que elegimos comer no solo nutre este órgano vital, sino que también puede ser su mayor enemigo, contribuyendo a la inflamación, el estrés oxidativo y el deterioro cognitivo a largo plazo.
En un panorama alimentario saturado de opciones, tomar decisiones conscientes sobre nuestra dieta es crucial para proteger nuestra agilidad mental y prevenir enfermedades neurodegenerativas.
Leer más: Salud Monagas realizó jornada de ecosonogramas en el CDI “Dr. Luis Sanabria” en Cedeño
Identificar y limitar los alimentos perjudiciales es el primer paso en esta dirección. El consumo excesivo de azúcar, por ejemplo, provoca picos rápidos de glucosa en sangre que pueden generar resistencia a la insulina en el cerebro, un factor vinculado a un mayor riesgo de Alzheimer y demencia.
Además, el azúcar fomenta la inflamación sistémica y el estrés oxidativo, dañando las neuronas y afectando funciones cognitivas esenciales como la memoria y el aprendizaje.
Las bebidas azucaradas, los jugos envasados, los dulces, la panadería industrial y los cereales azucarados son ejemplos claros de productos que aportan una carga glucémica elevada sin los beneficios de la fibra o nutrientes esenciales.
Por otro lado, las grasas trans, producto de un proceso de hidrogenación, son notorias por elevar el colesterol LDL («malo») y reducir el HDL («bueno»), comprometiendo directamente la salud cardiovascular y, por ende, el cerebro.
Estas grasas promueven la inflamación y el daño de los vasos sanguíneos que irrigan el cerebro, lo que afecta el suministro vital de oxígeno y nutrientes a las neuronas.
EO// Información de: Noticiasdeaquí