Es esta una realidad que enfrentan a diario personas discapacitadas de todo el mundo, ya sea motora, cognitiva, psicosocial, auditiva o visual, etc
Perdonar para ser libres, crecer y alcanzar la paz-. Imagina un mundo en el que a diario enfrentas situaciones donde se te priva de intentar subsistir. Sean tus sentidos, movimiento o capacidad para pensar, la parte más dura de esta realidad hipotética. Es que en ese mundo no haya ninguna clase de consideración que haga que tu vida sea más pacífica o igualitaria, por el contrario, todos te juzgan o te menosprecian por algo con lo que tienes que vivir y que muchas veces ni siquiera es tu culpa.
Es esta una realidad que enfrentan a diario personas discapacitadas de todo el mundo, ya sea motora, cognitiva, psicosocial, auditiva o visual, existen, sienten, padecen, y son tan humanos como cada uno de nosotros, la simple idea de excluirlos por alguna de estas circunstancias impide nuestro crecimiento personal y social, pero no los detiene a ellos.
Son ejemplos que inspiran en todas las áreas que se desempeñan su habilidad. Que sobrepasa muchas veces a los que somos “sanos” y no presentamos ninguna limitación, en deportes, cultura, música, arte, el entorno digital y lo tecnológico, son hombres y mujeres que al enfrentar la vida nos demuestra que la mayor limitante la imponemos nosotros mismos, y su límite es el cielo.
Te puede interesar: El peso del rencor, las cargas que más nos hacen daño
El llamado a una conciencia colectiva donde el amor por el prójimo guíe el andar como ciudadanos donde los tomamos en cuenta. Como seres que padecen, sienten, donde todos podemos hacer sus vidas más llevaderas, aprender lengua de señas, braille en libros o espacios públicos, rampas para sillas de ruedas o sencillamente una actitud tolerante, paciente y empática, usando la ley de oro “tratar a otros como quieres ser tratado”
EO// Redacción Bárbara León